La venta on-line, una solución para los productores madrileños

 

Noticia publicada en ABC: por Adrián Delgado MADRID Actualizado:

La dura supervivencia de los productores madrileños: «Si no es por las ventas online, no lo contamos»

Pequeñas empresas del sector vive una transformación forzosa hacia lo digital mientras que la Comunidad de Madrid llama a consumir alimentos de proximidad en esta crisis del Covid-19

Aunque los mercados de abastos han seguido abiertos, algunos puestos con barra de degustación como el que tiene Vaca Negra en el mercado de Vallehermoso se han visto obligados a cerrar para cumplir con las normas de distanciamiento. A esta empresa dedicada a la carne de ternera ecológica no le ha quedado otra que reinventarse por el obligado «stand by» que ha sufrido todo «Horeca» –acrónimo por el que se conoce en el sector al grupo de consumo de hoteles, restaurantes y cafeterías–. «Son nuestro principal canal de ventas e ingresos», explica Marina Redondo. Junto a su hermano Rodrigo gestiona este negocio familiar arraigado en la región desde los años 70 del siglo pasado. «Esto está siendo durísimo.

Tenemos a dos personas dadas de baja y estamos luchando en todos los frentes. Nos han prometido un ICO que está solicitado y aprobado desde hace un mes y que aún no nos ha llegado, con pagos comprometidos que hay que reorganizar», explica sobre la complicada gestión de esta crisis con la que les ha tocado lidiar. Sus ventas se han disparado, eso sí, entre particulares y grupos de consumo que han decidido apoyarles a través de pedidos en su página web. «Han subido por encima del 120%. Algo es algo», dice resignada. «Lo mínimo que podemos hacer es facilitar y llevar nuestra carne a las casas, organizándonos como podemos», cuentan rodeados de vacas de raza autóctona –la avileña-negra ibérica– en su finca «El Juncal», en Cenicientos.  VER VÍDEO

En plena Sierra Norte, la huerta de Simón García refleja la paz que se respira en este rincón de Madrid regado por las aguas del río Jarama. Un espejismo de felicidad que esconde la dureza del enorme sacrificio que supone trabajar la tierra para ofrecer sus mejores frutos a los demás. En ello pone todo su empeño este pequeño productor cuyos esfuerzos, como los de tantos otros en su sector, se han visto sacudidos en los últimos dos meses por el coronavirus (Covid-19). «Y no solo porque lo hayamos vivido de cerca, con algún caso doloroso», explica este ingeniero agrónomo que se lanzó hace cinco años junto con su socia Natalia a la aventura de cultivar hortalizas con sello ecológico  en Tómate la Huerta. Un ideal, en defensa del comercio justo y del medio ambiente, al que afortunadamente para ambos su clientela ha seguido siendo fiel a través de compras online.

Simón García, en su huerta de Torremocha del Jarama
Simón García, en su huerta de Torremocha del Jarama – Guillermo Navarro

«Si no, el palo habría sido enorme», explica a ABC mientras prepara los pedidos de «cestas a domicilio» que estos días entregan en los municipios de su entorno, en los límites de la N-I y la N-VI. Casi trece kilos de hortalizas, verduras y frutas de temporada que, además, estos días ofrecen junto a panes y mieles de amigos a los que ayudan también así a paliar la cruda realidad que ha dejado el Covid-19 en sus negocios. «El futuro es muy incierto. Es momento de aunar fuerzas. Dentro de lo malo, esto ha sido una oportunidad para potenciar la venta online», reconoce.

Pedro Laguna envasando latas de su aceite ecológico en su almazara de Villaconejos
Pedro Laguna envasando latas de su aceite ecológico en su almazara de Villaconejos – Guillermo Navarro

Como ellos, decenas de pequeñas empresas de la región volcadas con los productos y la artesanía regional se han visto abocados a reinventarse para intentar salvarse del zarpazo al bolsillo provocada por esta crisis. La transformación digital de muchos de estos negocios, a marchas forzadas, ha sido la tabla de salvación para poder evitar una debacle mayor. Con el apoyo de la Consejería de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y Sostenibilidad, llaman a salvar este rico tejido de productores consumiendo alimentos de proximidad. «Somos conscientes de que la alimentación no es el sector más perjudicado por esta crisis, pero es muy difícil para nosotros lidiar con algo así», explica Pedro Laguna desde su almazara ecológica de Villaconejos Oleum Laguna de Blas. Hace dos años que echó a andar en este proyecto para poner en valor aceites de alta calidad. «Somos un negocio joven que estaba en plena fase de expansión dándonos a conocer a nuevos clientes. Todo esto ha parado en seco nuestros planes y se han cancelado las ferias a las que teníamos previsto asistir», explica al otro lado del teléfono.

Con la hostelería cerrada y las tiendas gourmet a las que suministran casi sin demanda, han caído las ventas de su aceite de oliva virgen extra, mezcla de cornicabra y arbequina, «100 % madrileño». «Esto nos ha abierto los ojos para explotar más este canal. Si no es por las ventas online, no lo contamos. De todo lo malo siempre se aprende y, aunque no cubrimos aún las pérdidas, estamos esperanzados con que la compra a través de nuestra web siga creciendo y que la gente nos conozca a través de otros medios digitales», señala tras haber vendido estos meses más de 400 litros de su oro líquido en botellas de medio litro.

Queso y vino madrileños

Las historias de superación van de un rincón a otro de la región, de norte a sur y de este a oeste. En Guadalix de la Sierra, la quesería artesanal Peña Rubia ha partido de cero en el negocio digital para intentar subsistir. Una fórmula con la que, según reconoce su gerente Alberto García, «no contaban». De momento han logrado vender 70 kilos de quesos que elaboran con leche cruda de oveja de razas autóctonas.

El maestro quesero Alberto García, en una imagen de archivo previa a la crisis del Covid-19
El maestro quesero Alberto García, en una imagen de archivo previa a la crisis del Covid-19 – ABC

Las bodegas Licinia, en Morata de Tajuña, también han visto cómo sus exportaciones y ventas dentro de España se han quedado a cero con la pandemia. El comercio electrónico y el suministro a supermercados les ha permitido vender unas 1.500 botellas. A ello se suma una campaña que han lanzado con motivo de San Isidro en la que ofrecerán descuentos para animar a los consumidores a probar los caldos madrileños.

Solidaridad

A pesar del pésimo momento que están atravesando, algunos negocios madrileños han dedicado parte de sus esfuerzos, además de a intentar sobrevivir, a ayudar a hacerlo a otros. Es el caso de Salycop, una empresa de platos precocinados de Humanes de Madrid. En los primeros compases de la pandemia, sus ventas directas sufrieron una caída del 85 %. Una cifra demoledora que se ha visto compensada en una pequeña parte por el aumento de la demanda de sus platos a domicilio online. Aun así, en un ejemplo de solidaridad, se sumaron a un proyecto –junto Makkila Fast Love y la Fundación Help– para hacer llegar menús «sanos y seguros» de una manera rápida y directa a aquellos que están sufriendo las consecuencias del coronavirus de forma más acusada: comedores sociales y residencias de ancianos, donde cuidadores y cocineros han caído enfermos, así como diferentes ONG que dan cobertura a personas desfavorecidas. Hasta su cierre el pasado 1 de mayo, esta empresa del sur de Madrid acercó de manera altruista sus platos hasta el Hospital de Ifema y, todavía hoy, elabora «menús farmacia» para ser distribuidos entre los mayores de la región a través de los servicios sociales de los ayuntamientos y de las farmacias.

En Navalcarnero, otra pequeña empresa dedicada a la fabricación de pizzas artesanas, Mas que masa, también se ha volcado con los más débiles ofreciendo todo cuanto han podido a parroquias y, también en su caso, al hospital de Ifema. Hasta allí llevaron uno de sus hornos que instalaron en una carpa del Samur a disposición de los sanitarios que han luchado allí hasta la extenuación contra el coronavirus. Durante estos días mantiene la entrega de 50 pizzas semanales a la parroquia Jesús y María, en el barrio de Aluche. En total, sus responsables calculan haber entregado hasta el momento más de 2.500 de sus elaboraciones.

Pymes y mycropymes del sector agroalimentario que han cumplido con su compromiso de abastecer Madrid y que, cuando regrese la «nueva normalidad», solo desean conservar la confianza de esos mismos clientes que les han ayudado a sobrevivir sin poder salir de casa.

 


 

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